Nacer
afroantillano viene con valores predeterminados de sexualidad exacerbada. No
por naturaleza, sino por influjo social. Ya sea a causa de los protuberantes
fanículos adiposos en la parte posterior, el cliché mandingo o el mito del cocomordán
que adjudica propiedades contractivas a la vagina, nacer particularmente mujer,
negra y en el Caribe, tiene de por sí una carga de sexo con el que hemos tenido
que lidiar hombres y mujeres.
Si antes estos influjos eran manejados en una cierta intimidad, la del silencio a voces, ahora nos abalanzamos a nombrarlos, a explicarlos, a llamarlos por nombrecitos, en público, porque sí, porque se puede.
Si antes estos influjos eran manejados en una cierta intimidad, la del silencio a voces, ahora nos abalanzamos a nombrarlos, a explicarlos, a llamarlos por nombrecitos, en público, porque sí, porque se puede.
El año
2014 fue indiscutiblemente el año en el que aprendimos a decir la palabra culo
sin avergonzarnos. Vimos a hombres, mujeres, maricones, evangelistas,
chapeadoras, motoristas, venduteras y
políticos meneando el culo de arriba abajo. Yo mismo soy fan de un buen twerk.
Hubo un tiempo en que mis momentos masturbatorios empezaban con John Magnum, el
estudiante universitario con el gas pedal.
Tal
parece que Amara la Negra tuvo una visión. Dijo para sí, con el pensamiento
enredado en su afro magnífico: “Este va a ser el año del toto”.
Y sí,
toca toto. Toca entregarle la batuta de la visibilidad a otra zona erógena
femenina, darle la llave a cada mujer para que abra y cierre esa puerta a su
antojo, empoderar a la portadora venusina de su propia sexualidad. Y pronto
haremos con el toto lo mismo que con el culo, lo twitearemos, compartiremos,
haremos challenges de toto, y una revista en algún momento pondrá un toto
famoso en su portada. Amara quiso capitalizar esa tendencia, gritando a viva
voz que su toto es… que su toto está… que su toto vale…
No es
sorprendente que una arbitraria y ambivalente comisión de espectáculos públicos
salga con el grito al cielo de su guarida, desde la misma que permite chapas
vibratorias en la televisión meridiana. La canción de Amara ha sido prohibida,
censurada, borrada de la emisión pública, de su interpretación, de su tarareo.
Y aquí podemos acusar a la comisión de puritana, de pusilánime, pero basta un
play a la canción de Amara para darse cuenta de lo que pasa.
La
comisión no censura al toto… El toto no puede censurarse en una región que lo
idolatra. Lo que se censura es una forma de arte burda, vulgar, simplona y de
mal gusto. Que si Amara hubiera querido hacer algo bueno, se hubiera sentado
cinco minutos a escribir una canción que valga la pena.
La
“canción” de Amara es un mal chiste, uno que avergüenza las causas feministas que
buscan empoderar a la mujer de su sexualidad, un retroceso.
Entonces,
muy bien que le prohíban el track, que seguramente ha alcanzado sus cien mil
visitas en youtube y se ha pasado de teléfono a teléfono por bluetooth, pero
que no se jueguen con el toto, que ese siempre será sagrado.
Gracias por ponerlo por escrito.
ReplyDeleteHola! Queremos invitarte a que escribas o participes en una conversación con la revista La Galería que será publicada proximamente. Por favor contactanos, lagaleriamag@gmail.com
ReplyDeleteEn cuanto a este escrito, yo diría que la canción de Amara no es malo para la causa feminista. Incluso, lo contrario. Nos prohíben nuestra sexualidad al menos que sea cuando nos sometimos a complacer al hombre. En esta canción ella dice que su toto es el que manda, ella no se somete a el, mas bien es el quien se somete a ella. Aunque sí, es desde el punto de vista de "mi toto puede complacerte", incluso esa realidad es tabú.
ReplyDeletemala*
DeleteDejemos que Toño, en su inmensa sabiduría, nos ilumine en lo que vislumbra ser un año bastante popolar https://www.youtube.com/watch?v=GwOEuNlL-QI
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